Tita no necesitó crear un personaje. En sus más de setenta años de trayectoria artística, simplemente recurrió a expresar, los matices de su propia vida, entregando al público lo peculiar de su personalidad.
No nació para cantar. De joven decía con humor tangos reos. Más adelante, a medida que su repertorio se fue ampliando, al intentar sostener las notas, desafinaba. Pero tenía ángel y era aceptada por su público, tanto es así, que de varios temas realizó creaciones inolvidables y de tal magnitud, que ninguna otra cantante se atrevió a incluirlos en su repertorio sin salir mal parada.
Bajita, morocha, de bellas piernas, labios gruesos y sensuales, y ese gesto de mirada insinuante y provocadora, de quien todo lo sabe y todo lo ofrece. Esa era ella y su personaje. Y así fue. Buscó todo con rabia, exultante, consiguió muchas cosas pero también perdió.
«Yo conocí el hambre. Yo sé lo que es el miedo y la vergüenza.», con estas frases comenzó el relato de los duros momentos vividos en el asilo donde pasó sus primeros años.
Comenzó en el cine con el cine mismo. Aparece en la primera película sonora argentina reconocida como tal, Tango, del año 1933. Otras posteriores apariciones suyas fueron de «segunda damita joven», pero de personalidad opuesta a la primera actriz que hacía el papel de cándida y con quien, en definitiva, se quedaba el galán, todo en un marco de comedia.
Otras películas importantes de su trayectoria en el cine, que la consagran en forma definitiva, fueron: Morir en su ley, Filomena Marturano (del actor y dramaturgo italiano Eduardo De Filippo), Los isleros, Arrabalera, Pasó en mi barrio, Guacho, Para vestir santos, Amorina y muchas más hasta superar las cuarenta.
Con el tiempo y en pleno desarrollo de sus éxitos actorales es requerida por el teatro, la televisión y por la radio, medio, este último, en el que continuó hasta su vejez. Ya era Tita de Buenos Aires.
Como cancionista llegó al disco en el año 1927, para el sello Odeon, con dos temas: “Te acordás reo” (de Emilio Fresedo) y “Volvé mi negra” (de José María Rizzuti y letra de Fernando Diez Gómez). En el año 1929 pasa a la Victor donde graba 20 temas, destacándose “Tata ievame p’al centro”, “Che pepinito” y “Te has comprado un automóvil”.
Luego de un largo paréntesis vuelve a los estudios de grabación, en el año 1954, de la mano de Francisco Canaro, siendo esta su época consagratoria. Allí surgen discos inolvidables como “El choclo”, “Se dice de mí”, “Arrabalera”, “Niño bien”, “Pipistrela” y “Llamarada pasional”, éste último dedicado a Luis Sandrini y del cual es autora.
En las décadas del sesenta y del setenta graba más de cuarenta temas, con las orquestas de Carlos Figari y Héctor Varela.
«Mi mejor personaje es el mío. Una actriz dramática se llora a si misma cuando interpreta un personaje teatral».
Obtuvo premios como actriz, pero lo más importante es el reconocimiento del público, que se mantiene hasta la actualidad y que la consagró como un símbolo de la mujer del tango y de Buenos Aires.

